miércoles, 17 de marzo de 2021

VIDA DE DON ORIONE (III)

 11.- En el mes de mayo los condujo a los pies de la Virgen del Buen Consejo en la catedral. Los chicos cada vez eran más numerosos y no cabían en la habitación. Hacen ruido, gritan, molestan a los canónigos… Monseñor Bandi le ofreció a Luis Orione el jardín del Obispado para que reuniese allí a los jóvenes. El 3 de julio de 1892 se inauguró el Oratorio festivo de San Luis, germen de la futura Pequeña Obra de la Divina Providencia.


12.- Al obispo Bandi le llegaron diversas quejas y decidió cerrar el Oratorio. Esto supuso una dolorosa experiencia para el joven clérigo. En su habitación lloró amargamente hasta que se quedó dormido y tuvo un sueño: vio a la Virgen María con el Niño Jesús en los brazos que extendía, sobre una gran multitud de chicos de todas las razas y colores, un manto azul que se alargaba tanto que no se distinguían los confines y que llegaba hasta el horizonte. Luis se despertó reconfortado. Percibió en ese sueño una clara indicación misionera a todos los pueblos.



13.- El clérigo Orione propuso al obispo abrir un colegio con el fin de favorecer las vocaciones al sacerdocio de los jóvenes sin recursos económicos. Con su aprobación, salió en busca de un local. Halló una casa en el barrio de san Bernardino en Tortona por la que el propietario le pidió 400 liras de alquiler al año. Luis no tenía dinero pero la Providencia vino en su ayuda. Por el camino se encontró con una anciana llamada Angelina Poggi que, al enterarse de que iba a abrir un colegio, le pidió que aceptara a su sobrino. Le preguntó cuánto le costaría por tenerlo todo el bachillerato, a lo que Luis le respondió que lo que ella quisiera darle. La anciana lo llevó a su casa y le entregó 400 liras, cantidad que le pedían por el alquiler. Luis llevó el dinero al propietario y volvió a la catedral. Mientras, el obispo lo había mandado llamar. Cuando Luis se presentó ante él, Mons. Bandi le comunicó que le retiraba la autorización para abrir el colegio. Al contarle Luis que ya tenía la casa y pagado el alquiler, el obispo le dio de nuevo su bendición. La apertura del colegio de san Bernardino tuvo lugar el 15 de octubre de 1893.


14.- Un día los jóvenes del colegio llevaron en procesión una estatua de la Virgen de los Dolores que le habían regalado a Luis Orione. Cuando vieron que la Virgen tenía una espada que la traspasaba el corazón, decidieron quitársela y quemarla diciendo que no querían que la Virgen estuviera entre ellos llena de dolores. A partir de entonces ya no será la Dolorosa sino que se llamará la Virgen de la Divina Providencia, convirtiéndose en Madre y Patrona de la incipiente Congregación.


15.- El 13 de abril de 1895 Luis Orione fue ordenado sacerdote y ese mismo día el obispo Bandi impuso el hábito clerical a seis de sus alumnos. En su primera misa pidió al Señor la salvación para todas las almas que, de cualquier manera, hubiesen tenido contacto con él y con su obra y también le pidió tres gracias para los que lo siguieran: paz, pan y paraíso. En torno a Luis Orione se formaron clérigos y sacerdotes que constituyeron el primer núcleo de la Pequeña Obra de la Divina Providencia, cuya aprobación diocesana tuvo lugar el 21 de marzo de 1903.


16.- En 1899 don Orione fundó la rama de los Ermitaños de la Divina Providencia. Retirados en cenobios solitarios, en silencio y penitencia, vivían el lema de la Orden de san Benito “ora et labora” (ora y trabaja). El 30 de julio de 1899 en el Santuario del Sagrado Corazón de Stazzano, don Orione dio el hábito a los tres primeros Ermitaños.

Acogían en las colonias agrícolas fundadas por don Orione a los jóvenes que no tenían suficiente capacidad para el estudio y eran más dados al trabajo en los campos.


17.- En marzo de 1908 don Orione comenzó su ministerio en la “Patagonia romana”. Había ido a ver al Papa para que le confiara una misión y Pío X le respondió que lo mandaría a la “Patagonia romana” en el barrio Appio, considerado un lugar de misión por su pobreza, por la relajación moral, por la necesidad de evangelización… Don Orione limpió una caballeriza que había alquilado, puso la imagen de la Virgen y un pequeño altar. Para convocar a la gente, recorrió las calles tocando una campanilla y fue tirando caramelos que iban recogiendo los chicos que corrían detrás de él. Los adultos fueron a ver por curiosidad. Cuando llegaron al lugar donde estaba la capilla, don Orione comenzó a predicar. De esta manera nació la parroquia de “Todos los Santos”, en el barrio Appio.


18.- El 19 de abril de 1912 don Orione fue recibido en audiencia privada por el Papa Pío X y le pidió hacer los votos perpetuos en sus manos. Al faltar los dos testigos, que según las normas canónicas se requería para ello, el Papa le dijo que: “de testigos harán mi Ángel Custodio y el tuyo”.


19.- Dos devastadores terremotos asolaron Italia: el de Reggio Calabria y Messina (1908) y el de la Mársica (1915) que destruyó la ciudad de Avezzano. Fueron días agotadores en donde en medio del frío invernal, el caos y el hambre, don Orione organizó la ayuda e intervino activamente buscando víctimas entre los escombros, asistiendo a los heridos y moribundos… y recogiendo a los huérfanos preocupándose de darles un lugar y una educación en sus institutos.


20.- El 23 de mayo de 1915, Italia entró en la Primera Guerra Mundial. Los efectos devastadores del conflicto bélico no se hicieron esperar. El 29 de junio de 1915 don Orione fundó la congregación de la Pequeñas Hermanas Misioneras de la Caridad a las que confió la atención de los pobres, enfermos, huérfanos, abandonados… cuyo número, a consecuencia de la contienda, se fue incrementando cada vez más. En octubre de 1917 Mons. Albera bendice el hábito de las tres primeras hermanas. Don Orione comenzó a orientar así su Obra hacia las actividades asistenciales y caritativas. El 30 de junio de 1915 don Orione fundó el primer Pequeño Cottolengo en Ameno (Novara). Los Pequeños Cottolengos son una de sus obras más características. Siendo alumno de don Bosco en Valdocco, don Orione conoció la obra del santo turinés de la caridad, José Benito de Cottolengo, otro de sus grandes inspiradores. En su honor utilizó el apellido Cottolengo para llamar a las casas donde se acogían a enfermos, pobres, marginados, desamparados…







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